miércoles, 20 de octubre de 2010

¿QUIÉN ESTABA LLAMANDO?

Este texto fue adaptado para la realización de un cortometraje.

No sé lo que me pasa, no puedo mover los brazos. No los noto bien, pero creo, eso sí, que estoy boca abajo. Hace calor. Hace mucho calor y tengo la boca seca. ¡Lo que daría por un buen trago! Una Clandestina bien fría. Creo, no quiero ponerme nervioso, pero creo que tampoco noto mis piernas. ¿Qué me esta pasando? No recuerdo absolutamente nada. No puedo ver con claridad si es de día o de noche, solo sé que hace mucho calor y que tengo algo en mi cabeza que me aprisiona. Tengo el cuerpo pesado, como si mis músculos no estuvieran. Como si fuera una masa inerte. Estoy soñando despierto y es un sueño extraño. Ahora,…ahora parece que empiezo a recordar alguna cosa. Viene como en una niebla y esta todo borroso, es difícil ver quien es la figura de la silueta que viene del fondo. Hace calor y no puedo moverme, tengo que moverme, sentir de nuevo el aire, despojarme de lo que aprisiona mi cabeza. Me estoy volviendo loco. No sé que hago aquí, parece un campo. Veo algunas amapolas. No lo veo bien, pero no me parece que haya nada plantado. Al fondo parece la forma de una casa. No debe haber nadie, todo está tranquilo y además parece vieja y destartalada. No creo que viva nadie. Siento un pinchazo en los dedos de los pies, pero sin embargo no los puedo mover, no puedo cambiar de postura. Como siga pensando en ello me voy a volver loco... Por la forma en que veo la casa y el campo de amapolas, estoy boca abajo, parece que he caído en un torrente, cerca de la carretera. No puede ser. No puedo recordar nada d3e lo que ha ocurrido anteriormente. ¿Y además que hago aquí? ¿Me dirigía a alguna parte? ¿Qué me ha pasado?, ¿Por qué no puedo mover mis brazos ni mis piernas, ni la cabeza?, lo intento desde hace un buen rato. Solo noto el calor, ese sol abrasador y el cantar de la chicharra. Me encuentro en un lugar alejado, en un desierto, no…no puede ser. En una zona agrícola. Si tuviera la suerte de que pasara algún tractor se daría cuenta enseguida de que me encuentro aquí. No sé cuanto tiempo llevo así, en esta posición. Mi cuerpo parece entumecido, o muerto, no puedo pensar, no puedo ver más allá de la casa. Nada se mueve en ella. Se encuentra deshabitada, nunca vendrá nadie, nadie me encontrará. Tan solo si pudiera girar unos centímetros la cabeza, podría hacerme una idea de donde me encuentro, y de alguna manera podría pedir ayuda. Estoy seguro que tras de mí hay alguna carretera por donde pasan coches. Una carretera…claro. Yo iba por una carretera. Pero no sé adónde iba. Si iba solo o acompañado. Maldita mosca, no puedo creerlo ese ridículo insecto me esta picando. Si, es una mosca que pica, o que muerde. No, eso es solo entre abejas y avispas, algunas moscas pican como insectos. Trataré de ahuyentarla con un pequeño soplido, pero tampoco puedo mover los labios. Estoy paralizado, completamente. Mi teléfono, donde he puesto mi teléfono. No puedo ver donde esta, ¿En uno de mis bolsillos? Si pasara alguien podría indicarle, no sé como, pero al menos lo intentaría. Quien fuera podrían llamar a alguien para que me sacara de aquí. Pero nada se mueve en la casa. Nunca vendrá nadie a esta maldita casa. No recuerdo dónde lo he puesto. Seguro que esta mañana he salido con él. No suelo olvidarme de mi teléfono. Es importante para mí. Mi trabajo es el teléfono. Que podría hacer si él. Era aquella recta, eso es… ahora parece que viene de nuevo un soplo de recuerdo. Un buen asfalto, poco viento, si… había poco viento y circulaba a mucha velocidad, lo reconozco, me gusta correr y sentir el viento como choca en mi mono. De repente sonó el teléfono móvil y fue el instinto lo que me llevó a echar mano a mi bolsillo lateral. No recuerdo nada más. Con probabilidad debí salirme de la carretera..., la misma que queda tras de mí y que desde este lugar no puedo ver, y tampoco a nadie y nadie puede verme. Parece una hondonada, un torrente. No puedo describir bien lo que mi único ojo puede ver. Amapolas, una tierra árida, la casa. Poco a poco voy encontrándome mejor. Parece como si me nublara la vista. Debe ser el sol que esta cayendo. No, no puede ser… no puede hacerse oscuro. Entonces es cuando no me encontraran. Jan habrá notificado mi desaparición y seguro que a estas horas, habrán salido a buscarme, pero si se hace de noche abandonaran la búsqueda y me encontrare solo a merced de quien sabe que…No puede hacerse de noche. Estoy cansado, Jan y estoy solo, muy solo entre las amapolas que se cimbrean al paso de unas leves ráfagas de viento y el polvo que a su vez levanta y nubla mi vista. No puedo dejar de pensar en ti querida Jan. Recuerdo tantas cosas, nuestros encuentros, las peleas. Cuando decidiste hacer un viaje por Europa tu sola, para encontrarte, dijiste. Yo al principio no lo entendí así, pero poco a poco fui dándome cuenta de que lo mejor era tomar cierta distancia entre nosotros para encontrarnos después con el tiempo pasado y las ideas sosegadas, hasta hoy, Jan querida te echo de menos, te necesito porque creo que me estoy muriendo y no quiero hacerlo solo y tampoco me gusta éste sitio. No quiero morirme, mi pequeña Jan, pero por dentro algo me arde y no creo que sea nada bueno. No puedo llorar, porque todos los músculos de mi cuerpo están paralizados. Recuerdo una película donde el personaje, que sufre un accidente como yo, le dan por muerto hasta que descubre la manera de llamar la atención de que sigue vivo. Llora Jan, derrama unas cuantas lágrimas y por fin descubren que no esta muerto. Este no es mi caso. Nadie va a venir, lo presiento. Porque nadie puede verme. Aunque me ha parecido ver una ligera sombra cerca de la casa. Será de algún animal que deambula por la noche en busca algo de comida. Pero no sabe que durante todo el día nadie se ha acercado hasta aquí. Estoy volviéndome loco y noto como mi cuerpo me ha abandonado. Del calor he pasado al frío y tengo sueño. Frío sueño, que más da en ocasiones es lo mismo, los sueños son fríos recuerdos o deja vu de tus vidas anteriores. Esta última mía seguro que la vuelvo a vivir en algún momento de mis próximas vidas. Nunca he creído en todo esto pero quién sabe, somos vulnerables al destino. Creo que algo se acerca. Está tras de mí. No puedo ver lo que es y sin embargo no tengo el más mínimo temor por lo que pueda pasarme. Querida Jan, espero que puedas sentir, como yo, todo lo que te he amado durante todos estos años. Has sido siempre las espigas de mis tortuosos campos sembrados de dudas, de mis temores. Lo que ha dado aliento a mi vida. Jan no sé quien es pero me siento bien, no me preocupa por lo que puede llegar a hacerme. Ya no tengo miedo y todo se vuelve nublado, blanquecino. Jan no sé donde estoy ni lo que pasa pero estoy tranquilo, sabiendo que tarde o temprano vendrás a buscarme…Gracias, pequeña por venir. Me gusta tu sonrisa. Y tu pelo, es suave y brilla a la luz del sol. ¿Cuántos años tienes? Nueve. Es divertido verte así. En otras circunstancias no hubiera podido reconocerte. No entiendo lo que tratas de decirme. No puedo seguirte. Aunque puede que comience a recobrar la sensibilidad. Mis brazos, los vuelvo a encontrar y mis piernas. Es divertido lo que sabes hacer. ¿Por cierto que hacías en la casa? Que vives allí, pero es una casa vieja y está medio en ruinas. ¿Qué es nuestra casa? No puedo creerte. Yo nunca te hubiera llevado a una casa así de destartalada. Aunque mirándola bien podríamos sacarle algo de partido. No te rías de mí, es una broma. Eres hermosa y contigo comienzo a notar de nuevo mi cuerpo. ¿Adónde me llevas Jan? Es una sorpresa… ya. Es muy divertido. Ahora puedo quitarme la presión de mi cabeza. Este maldito casco y el mono que abrasa mi cuerpo. ¿Que te dé la mano?... Claro faltaría más, estaba deseando que me lo pidieras. ¿Sabes una cosa?, me pregunto ¿Quién llamaba por teléfono en aquella recta? …tienes razón, eso ahora ya no tiene importancia.

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