domingo, 26 de septiembre de 2010

El LAGARTO AL FINAL DE LA ESCALERA

Hasta las cejas de citalopram. El ascensor no funciona. El portero pretende comentar un problema de la comunidad como si fuese una tertulia. Llueve. No consigo coger un maldito taxi. Montiel me ha llamado por teléfono diciéndome que definitivamente ya no me quiere. Mis hijos, pareja de analfabetos, me reclaman un aumento en la dotación económica por estudios. El proyecto parece que puede funcionar pero significa, tal vez, acostarse con la mujer del cretino de Martín. Por ahí no paso. Esta buena, pero no paso. El proyecto tiene que salir por si mismo. Es bueno. Me monto, por fin, en un taxi. El tratamiento me produce algunas nauseas o quizás sea el Abiraterone. Da lo mismo, el caso es que las nauseas solo se pasan con algunas gotas de “maría”. Bosch, de mismo nombre que el personaje de “le gustaban ver los culos y las imágenes religiosas”, pretende que rodemos hoy al menos un par de escenas, y yo le he dicho por teléfono que mi “picha” no esta para prisas, que todo a su tiempo, que hay tiempo para amar y tiempo para morir. Aquel si que era un personaje que me gustaba. Anclado en el más ancestral de los machismos, al final consigue cargarse a su mujer y casi le endosa la muerta a un vecino, pero este más hábil lo ha presenciado todo a través de unos prismáticos desde el ventanal del salón de su casa. Era buen tipo, el tragajrabe de alcachofa. De la Biblia casi siempre se puede sacar algo de provecho, aunque sea mero recurso narrativo. Sigue lloviendo y sigo atascado entre el 140 y el 146 de Rosales. La gente va y viene con sus paraguas, sumidos en sus pensamientos; en el que se puede hacer de comer. No olvidar sacar la ropa de la lavadora. Recoger a los niños y llevarlos a sus actividades extraescolares. Él, espero esté pensando en mi. Las aceras siguen inundadas de agua y de derramados y húmedos sentimientos. Bosch es un granuja en el que uno no puede confiar sus secretos. Lo sabe hasta el contable de la compañía. Cada año se registran trece mil quinientos casos de cáncer de próstata y como resultado seis mil hombres se quedan sin ver el comienzo de la liga de fútbol. Lo saben también todas la chicas, aquellas con las que mejor me llevo y con las que peor, estas, supongo les importara un rábano si me entierran pronto como a un nabo. Mis fans, si es que aún me queda alguno, tan mayores, estoy seguro, que no se les empalma lo mismo que a mi, puede que sientan la pérdida, pero es pronto para pensar en ello, aun no me ha llegado la hora de que me claveteen camino de una vida mejor. Aún recuerdo el enfrentamiento, entonces se televisaba todo, entre el “bien” y el “mal”, entre un actor porno y el mismo que hoy pretende dar la cara por todos los curas pederastas. Nadie salió vencedor de aquello, porque era nada lo que se debatía. El bien contra el mal, el sexo contra la abstinencia. Hoy no tendría sentido todo aquello, si es que hoy día algo lo tiene, quizás el hacer feliz a la gente sea la mejor empresa en que deberíamos empeñarnos, ¿pero cómo se llega a eso? Hacer felices a mis seguidores ha sido lo que he tratado de hacer toda mi vida, aunque no sé si lo he conseguido del todo.

Es la hora en que en la calle se produce un vaciamiento de público. Bosch puede que este echando maldiciones contra mí en medio de sus incontables pornostars, pero la escena que pretende rodar hoy tendrá que esperar mientras este atrapado en este atasco viendo como pasa la gente embutida en sus gabardinas y botas de agua.

Me llamo Luis Sebastian, sin acento, de origen indeterminado, aunque mi madre tenía rasgos amazónicos, bellos labios y ojos tan negros que parecían hermosas cavernas que nos llevaran a la luz, al refulgir del brillo. Respecto a mi padre, ese si que es mi personaje familiar más indeterminado. Algunas fotografías amarillentas y montón de recuerdos sobre la cabeza de mama, avalaban su pasada existencia. Tengo cáncer de próstata y soy pornostar de profesión. Mejor dicho durante muchos años he sido el semental de Cabo Grosso, que allí es donde nací hace más de cincuenta y menos de sesenta. Hoy día casi me encuentro extinguido, y solo me reclaman para hacer alguna fugaz aparición como marido cornudo o mejor aún como amante despechado, tal vez no, pero podría conducir todo el metraje yo solo sin hacer ningún corte. Mi record entre veinte y treinta cinco interminables minutos. Me llamo Luis Sebastian y estoy a punto de morir pero no antes de explicarles con detalle quien soy en realidad porque he decirles que tengo un poco de todos mis personajes… La pasada noche tuve un sueño donde se veía a un hermoso lagarto como se deshacía de su presa. Para aquella todo había terminado, pues ambos se encontraban al final de la escalera

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