Le mandó parar el coche, abrió la portezuela, salió airada. Paró al siguiente, a quién hizo señas. Subió y cerró tras de sí la portezuela.
-Es un hijo de puta –exclamó.
-¿Y ahora?- preguntó él
-Adonde quieras –contestó ella.
El coche rodó unos metros. A punto estaban de adelantar al primer coche cuando ella lloró.
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